Hemlock (ing) - Ciguë (fr)
Todos los caminos que salen de los pueblos del valle de Benasque están jalonados por una vistosa planta de alto porte, con flores blancas dispuestas en umbelas.Es la cicuta, una especie herbácea bienal que deberíamos reconocer bien ya que ostenta el mérito de ser una de las más venenosas de la península ibérica.
A simple vista, puede confundirse con el perejil, con el hinojo o con otras plantas umbelíferas muy abundantes, como el pie de oso (Heracleum sphondylium), los cominos marranos (Laserpitium gallicum) o la milenrama (Achillea millefolium).
Pero hay una característica que nos ayudará a diferenciarla con seguridad y son las manchas de color purpúreo en el tallo, especialmente en la base y en las intersecciones.La planta, que puede llegar a medir 3 metros, posee un tallo hueco, liso, verdoso y, como hemos dicho, manchado de color purpúreo en la parte inferior.
Las hojas son tripinnadas, blandas, fétidas, triangulares y están divididas en foliolos ovados o lanceolados, disminuyendo su tamaño a medida que ascienden hacia la cúspide.Las flores son pequeñas, de color blanco y parecen salidas de un fino tejido de bolillos.
Toda la planta es muy tóxica y la ingestión de pequeñas dosis puede terminar en colapso respiratorio y muerte.
CURIOSIDADES
La toxicidad de la cicuta para el ser humano se conoce desde épocas remotas. En la Atenas clásica era habitual obligar a un reo condenado a muerte a tomar cicuta. Sócrates es el más famoso de los envenenados, en el año 399 antes de nuestra era.
Su muerte resultó más tranquila de lo habitual ya que se añadió opio a la copa y atenuó parte de los terribles efectos del veneno de la cicuta.
Las fotos fueron tomadas en diferentes caminos de Benasque y de Cerler.